lunes, 8 de diciembre de 2014

Un vuelo dentro y fuera

La demás gente había quedado a sus espaldas. Al cruzar esa ventana, el triangulo de la arboleda, los hombres con sombrero, los que llevan un cigarro entre los dedos, la música sureña, e incluso el gato que maullaba hasta casi el llanto; todo había quedado afuera. Lo primero que sobresalía dentro era el pabellón contra mosquitos, su blancura y espacio jamás podrían ser eclipsados ni por la chamarra tirada en el suelo, ni por la botella grande de cristal sobre uno de los muebles de mimbre, ni tampoco por ese joven que deambulaba por la casa; le recordaba a Lennon, pero aún así el mosquito lo picaría a gusto.

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