sábado, 15 de noviembre de 2014

El hada madrina



Llegó cansada a su casa. Todo el día había estado convirtiendo calabazas en carruajes, marionetas en niños y cosas de esas. La luna en su cenit y ella no tuvo ni la ocurrencia de voltear a verla. En cuanto quitó la llave de su puerta se dirigió rumbo a su cama sin siquiera haber encendido la luz, llegó tropezando entre ropa sucia y latas vacías de refresco, a su muy, muy ansiada almohada.