miércoles, 19 de febrero de 2014

Salidas de emergencia

La verdad es que no tengo gran manejo sobre el tema, es decir, no he leído previamente ninguna especie de reglamento de Protección Civil ni nada parecido, sólo tengo entendido  que por algún tipo de dispocisión oficial ciertos espacios públicos –desconozco cuáles o qué circunstancias deben reunir –  están obligados a contar con salidas de emergencia. Es probable que jamás nos hayamos detenido a pensar en ellas, que sea un detalle que pase desapercibido, pero el caso es que ellas siempre están latentes, las salidas emergentes digo, es cosa de prestar mayor atención; por ejemplo, las hay en cines, en teatros, en centros comerciales, en escuelas, en templos religiosos, en oficinas gubernamentales, incluso en tortillerías o espacios similares en los cuales la puerta de entrada comparte identidad con la de salida y por supuesto con la emergente.
            Resulta curioso que mientras las puertas de salida en cines y teatros llegan a ser laberínticas, sus primas, las escolares, resulten en ocasiones tan simples que basta con cruzar su umbral para encontrarse del otro lado, libre de incendios, inundaciones o atentados terroristas. Pero tanta precaución, ¿no será acaso alarmista? Si imagináramos un escenario casi de película, en el que perros mutantes invadieran un centro comercial o incluso los ya mencionados cine y teatro, es posible que antes de poder conseguirse una presa, estos predadores ya estén cansados y desorientados gracias a esta salidas, algo que sería sumamente útil; pero si la situación fuera un incendio, quizá la salida emergente más adecuada sea la oficinista, que, tan práctica como el edificio que guarda, ofrece sólo la opción elevador – cuando lo hay, y que casi bajo ninguna circunstancia es aconsejable – y escaleras. Pero no hay que olvidar a la salida femme fatale, es decir la atractiva pero mortal, me refiero por supuesto a aquella amplia y de fácil acceso que usualmente encontramos en tortillerías o lugares de semejante índole, pero que contrariamente a lo que podríamos llegar a pensar, será la primera salida en bloquearse.
            Sea cual sea la naturaleza o apariencia de las salidas de emergencia su importancia radica en que sin importar qué tan poco probable sea un desastre, ellas cumplan su función, que haga una buena mancuerna con el instinto de supervivencia y logre conducir a salvo lejos, muy lejos del peligro.

Si bien no son muy utilizadas – afortunadamente – sí son imprescindibles, uno nunca sabe, y lo son tanto que han trascendido los límites de los reglamentos ciudadanos, ya que podemos encontrar salidas emergentes en forma de cláusulas legales para salvar de una catastrófica banca rota, o un intempestivo matrimonio, etc., y sería interesante reflexionar acerca de cuántas y de cuántos tipos son las salidas de emergencia, y la verdad es que debería de haber una por lo menos para cada situación.