viernes, 13 de mayo de 2011

La loca y el péndulo

Acto uno. Escena uno.
Un cuarto a media luz una mujer desaliñada y de ropas raídas entra y se sienta en el piso extrae un péndulo de cuarzo blanco de su ropa y lo coloca a cierta distancia del suelo.
-          Quiero hablar con Gustave Meyrin. ¿Está él? – dice.
-          No  – le contestan al otro lado.
-          Y Thomas Mann ¿se encuentra?
-          Sí.
-          Bueno pero no quiero hablar con él. ¿Acaso Gustav dejó dicho a dónde iba?
-          No.
-          Tal vez ha ido a visitar a ese amigo que le llama desde Buenos Aires… ¿No?
-          Sí.
-          Llamaré más tarde entonces gracias.
La mujer desaliñada y de ropas raídas deja caer el péndulo en el suelo y se levanta. Sale del cuarto.
Acto dos. Escena uno
La mujer entra al cuarto y se sienta en el piso levanta el péndulo que había dejado en el suelo y lo sostiene con una mano.
-          ¿Está de vuelta Meyrin?
-          No.
-          ¿Eres poeta?
-          No.
-          ¿Novelista?
-          Sí.
-          ¿Ensayista?
-          No.
-          ¿Cuentista?
-          Sí.
-          ¿De casualidad eres Le Fanu?
-          Sí.
-          Vaya yo te admiro como no tienes idea debí suponer que eras tú pero como lo último que quiero es que tu titánico talento comunicacional termines usándolo como oficinista de cuarta me despido.
La mujer dejó caer por última vez el péndulo y salió del cuarto no sin antes encender la luz y luego cerrar la puerta tras de sí.