Soy
un gato a la sombra
Un
poema de agua
Sobre
una arista del tiempo…
Niña
de mirada precisa
Y
corazón exacto…
-¿Cómo vas con eso?
-Igual que
ayer y exactamente igual que uno, dos, tres y más días antes de ayer.
-Hace ya
varios meses que te obstinaste en plasmar ese poco de palabras que llamas poesía y desde entonces has tenido muy mala cara.
Pretendió
no haber escuchado lo último que Elisa dijo y se recostó en el sofá mientras
exhalaba un largo suspiro de fastidio. Los ojos le dolían intensamente y la
cabeza la sentía como inflada con aire helado.
Ella lo
miraba con recelo desde el otro lado de la recámara. Ellos siempre se habían
visto con cierto desprecio mutuo; se podría decir que lo que los había
mantenido unidos desde que se conocieron, hacía casi tres años, no era ese tipo
de amor que la mayoría conocemos, sino una especie de antipatía mórbida. Y esta
fue la última vez que se vieron.
***
Susana y
Gustavo se hicieron amigos durante sus años de preparatoria y desde entonces se
habían vuelto inseparables; hasta esa madrugada de octubre.
No eran ni las nueve de la noche cuando Gustavo recibió la
llamada telefónica de Susana, quien dijo todo cuanto pudo para convencerlo de
que la acompañara a la fiesta de su prima.
-Sí, ya te
he dicho que voy…
-Promételo.
-No hace
falta. En dos horas paso por ti.
-Tu voz no
me convence. Mejor yo voy a buscarte y si no estás o te rajas, les cuento a todos sobre tu pasatiempo…
A la hora
señalada, Susana ya se encontraba en la puerta del edificio tocando el timbre
del departamento de Gustavo, quien al poco rato ya estaba abajo con ella.
Subieron al carro y se fueron.
-Y… ¿quién
hace la fiesta?
-Elisa, una
prima que no conoces, no la tolero, pero voy porque espero que tu carácter, tan
similar al suyo, la irrite.
-¿Es
bonita?
-¡No que
va! Es… estamos cerca, es a unas cuantas cuadras.
En efecto,
no tardaron casi nada en llegar al lugar. –Quizás no estaba tan lejos o es que
Susana si tiene prisa por ver humillada a su prima–. Pensó Gustavo, seguro de poder
darle gusto a su amiga. Bajaron del carro y justo cuando Susana se disponía a
tocar el timbre, la puerta se abrió de golpe. Era una joven esbelta, de aspecto
despreocupado e insensible, a quien la arrogancia le salía por los poros.
Todo empezó mal entre Elisa y Gustavo, fue rivalidad a
primera vista. Elisa era voluntariosa y su impecable manejo del lenguaje, llegaba
a tal grado que aunque hubiera estado equivocada, nadie hubiera podido notarlo.
Ni siquiera Gustavo, tan culto como era y que, pese a esforzarse toda la noche
y la primera parte de la madrugada por encontrar errónea cualquier aseveración
de Elisa, y con dicho propósito no se apartó de ella ni un momento.
Durante la segunda mitad de la madrugada, no sólo daba fin
la fiesta, sino también la amistad entre Susana y Gustavo.
-Te traje
para que te lucieras frente a ella; no para que iniciaran un romance –dijo Susana
entre sollozos.
-Tú no lo
entiendes. Debo permanecer junto a ella hasta que se equivoque–. Alcanzó a
decirle Gustavo antes de ser abandonado a mitad de la mañana y de una carretera,
mientras veía cómo Susana se iba en su carro… Se iba de su vida.
***
Niña de mirada precisa
Y corazón exacto…
-Veo que
empiezas un nuevo poema. Pienso que es demasiado concreto. Deberías hacerlo más
abstracto y simbólico; la poesía es así. Además le falta fluidez.
-Me gustaría
que lo criticaras hasta que esté concluido. No antes.
-Tu
narrativa es buena, tal vez debas dedicarte mejor a escribir en prosa...
-No sé por
qué te hice partícipe de mi poesía.
-Soy mejor
crítica que Susana. Ella se limitaba a reírse de ti. La gente ríe de lo que no
entiende y…
-No lo
estoy empezando.
-¿Cómo
dices?
-Digo que
no estoy empezando el poema. Lo estoy terminado.
-Eso no se
puede. Debes empezar por el principio.
-Sé lo fanática
que eres de los cánones y que en tu cartera tienes fotos de esculturas
representando a Heráclito y Aristóteles donde deberías tener fotografías mías.
Pero creo que el tiempo no es cíclico sino cúbico y este verso debe
representarlo.
Elisa lo
vio con molestia y salió de la recámara, tomó su bolsa y salió a la calle. No
soportaba tener que abstenerse de argüirle.
***
El tiempo
está cortado de manera plana y sólo hay continuidad en donde las aristas
convergen. Su transcurrir es exacto, como Elisa. Mi poesía es Elisa… concreta.
Soy
un gato a la sombra
Un
poema de agua
Sobre
una arista del tiempo...
Elisa
es poesía
Me
escurro sobre ella…
…
Su exactitud vertiginosa…
Ignoro si
algún día podré terminar mi poesía. Tal vez no quiera armar el cubo poético y temporal porque ese día habré de encontrar
el misterio de la Elisa
que me absorbe.
En la
poesía hay sensibilidad, está hecha para sentirla y no tanto para entenderla y,
no obstante, en ella subyace la exactitud de su composición métrica. Quizás no
se debiera intentar desentrañar en los misterios de Ella.
***
Ese día, el
último que discutieron por una insignificancia, la vio recoger precipitadamente
algunos objetos personales que tenía en su departamento e irse, dejándole una
extraña y quizás placentera sensación de vacío. Sólo hasta entonces se dio cuenta
que la amaba más de lo que la odiaba...
Y
si yo la amara más que a mi vida…
…Tú
no eres para mí
Ni
yo soy para ti.
Pero
te amo.